Search the Site

Donate

The Good Samaritan (Spanish)

Jesús responde a la pregunta de un legista sobre la vida eterna contando la parábola del samaritano, una historia que desafía las nociones de propiedad religiosa.


The Good Samaritan

El Buen Samaritano (Lucas 10:25-37) 
Autor: Matthew S. Rindge 
Traducción: Ruth Iliana Cohan (Asociación Bíblica Argentina)

La habilidad de Jesús para enseñar y contar historias se aprecia en el diálogo sobre el Buen samaritano. A lo largo de la conversación, Jesús emplea una técnica socrática “de espejo” con el legista: responde a las dos preguntas del legista, no con respuestas, sino con sus propias preguntas (Lucas 10:26, Lucas 10:36). Jesús solamente contesta en respuesta a las contestaciones que el legista da (Lucas 10:28, Lucas 10:37). De este modo, Jesús invita al legista a participar activamente en el análisis de las respuestas a sus propias preguntas. Como es típico de las parábolas de Jesús, esta desorienta y subvierte las opiniones convencionales.

¿Cómo una persona hereda la vida eterna?

Al señalarle la ley al legista (“¿Qué está escrito en la ley?”), y al afirmar su respuesta (“Bien has respondido”), Jesús indica que la clave para heredar la vida eterna no se encuentra en él, sino en obedecer los mandamientos de la Torá de amar a Dios y al prójimo (Dt 6:5; Lv 19:18). Irónicamente, los cristianos que ponen la vida eterna en Jesús se apartan del propio énfasis de Jesús aquí. La obediencia a la Torá es una de tantas tradiciones judías exaltadas en Lucas: es el único Evangelio que menciona la circuncisión de Jesús y que concluye con los seguidores de Jesús adorando a Dios en el templo judío (Lucas 2:21, Lucas 24:53).

Como en Lucas 18:18-30, Jesús deja en claro que la vida eterna está ligada no sólo a la obediencia a la Torá, sino también a utilizar las posesiones propias para ayudar a los otros en necesidad apremiante. La mayor parte de la parábola detalla las muchas formas específicas en que el samaritano ayuda al hombre herido: usa su propio aceite y vino para vendar sus heridas, lo coloca en su propio animal, lo lleva a una posada, lo cuida, le paga al posadero dos denarios, y notablemente, promete pagarle al posadero cualquier gasto adicional en el cuidado del hombre herido. Amar al prójimo en esta historia es arriesgado y económicamente costoso.

Jesús argumenta que heredar la vida eterna depende completamente de amar a Dios y al prójimo (Deut 6: 5, Lev 19:18). No hay indicios de que la fe, las creencias, los actos rituales (por ejemplo, la circuncisión, el culto en el templo, el bautismo, la Eucaristía) o el estatus religioso o étnico de uno (como judío o cristiano) desempeñen algún papel en la herencia de la vida eterna. La acción ética es lo único que importa, un punto que Jesús enfatiza en las dos únicas respuestas que le ofrece al abogado: “Haz esto y vivirás… Ve y haz lo mismo”.

Jesús cambia el enfoque de la palabra “prójimo”: en lugar de un receptor de amor (como en Levítico 19:18, “ama a tu prójimo” y la pregunta misma del legista en Lucas 10:36), es la persona agente de ese amar (“¿Cuál de estos tres fue prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?”). Hay un cambio en este texto de una orientación “objetiva” al amor (“¿A quién amaré?”) a una orientación “subjetiva” en la cual desarrollamos una capacidad de amar que no depende de la identidad del ser amado.

¿Qué es lo importante de un samaritano?

Los samaritanos eran marginados étnicos y religiosos para muchos judíos del primer siglo. Descendientes de los matrimonios mixtos entre israelitas y extranjeros, los samaritanos eran en parte judíos; eran “sangre sucia” (para usar la frase de J. K. Rowling). Las diferencias religiosas eran significativas. Los samaritanos solo consideraban los cinco libros de la Torá como la “Escritura”; tenían su propia versión de estos textos (el Pentateuco Samaritano) y, violando Dt 12, adoraban a Dios en su propio templo en el monte Gerizim en lugar de hacerlo en el templo de Jerusalén. Los samaritanos eran para los judíos lo que los extremistas musulmanes son para muchos cristianos en Estados Unidos: un enemigo étnico y religioso. Judíos y samaritanos vivían en un conflicto mutuo, y en 128 a. E. C. algunos judíos destruyeron el templo samaritano. Llamar al samaritano en la historia “bueno” (una palabra nunca utilizada en el texto) es participar en una suposición racista de que ser “bueno” es un logro inusual y notable para los samaritanos.

El uso del samaritano subvierte dos percepciones convencionales entre los antiguos judíos. La primera es la creencia de que la vida eterna es el privilegio exclusivo de la propia comunidad religiosa (o étnica). Pero en esta historia, el que hereda la vida eterna (debido a su amor por el hombre necesitado) es el forastero y enemigo religioso-étnico. (También es potencialmente inquietante la afirmación tácita de que el sacerdote y el levita no heredarían la vida eterna debido a su incapacidad para amar al hombre necesitado). La historia amenaza una segunda percepción judía antigua: refiriéndose al samaritano, Jesús concluye el diálogo con diciendo: “Ve y haz lo mismo” (Lucas 10:37). Jesús presenta al samaritano no como alguien a quien compadecer, o incluso amar, sino como una persona a imitar. El enemigo étnico y religioso no es solo el héroe de la historia; él es el ejemplo moral.

  • Matthew S. Rindge

    Matthew S. Rindge is associate professor of religious studies at Gonzaga University (Spokane, Washington). In addition to several academic and popular articles on various subjects related to the Bible and popular culture, he is the author of Jesus’ Parable of the Rich Fool among Ancient Conversations on Death and Possessions (Society of Biblical Literature, 2011). He is currently writing Cinematic Parables: Subverting the Religion of the American Dream (Baylor University Press).